El viajero de antes de ayer decidía su destino de viaje en base a la búsqueda de mar ó montaña, a visitar o reunirse con familiares o amigos en un destino de costumbre, o a realizar un recorrido turístico por destinos tradicionales por su riqueza patrimonial o paisajística. Entonces, acudía a su agencia de viajes de confianza y realizaba el proceso de compra. A veces, las dudas sobre el destino hacían seguir el consejo de la profesional de la agencia que los atendía.
Para el viajero de ayer la decisión ya incluye factores no tan tradicionales como la búsqueda de sol y playa o montaña, o la visita a un destino turístico tradicional. Incluso esos viajeros tradicionales ahora ya buscan “algo más” en el destino elegido, con un componente experiencial cada vez más elevado. La información para la decisión la toman de un conjunto de fuentes distintas: amistades (círculo de confianza) , programas especializados de televisión, libros, revistas de viajes, .. y también realizaba la compra a través de AAVV, ya no sólo de la suya habitual, sino eligiendo entre las que le ofertan una mejor relación calidad (confianza)/ precio.
Hoy en día hay un nuevo viajero que convive con algunos de los de ayer (cada vez menos). Este nuevo viajero es un usuario digital más o menos avanzado, que está más o menos inmerso en el uso de redes sociales por motivos profesionales o particulares. Y la búsqueda de información del destino la realiza 100% a través de internet. Pero lo más importante es la influencia que para él tiene la opinión de los demás; no de todos los demás, sino de aquellos que están en su círculo de confianza. Pero su círculo de confianza ahora lo constituyen los usuarios que comparten sus mismas redes sociales, que suelen coincidir en algunas inquietudes y gustos.
Además, cada vez se decide más a realizar el proceso de compra a través de la Red, con lo cual para este tipo de viajero las tradicionales AAVV simplemente no cumplen función alguna: compra los billetes de avión, el hotel, el coche de alquiler o bus de transfer, incluso las entradas para diversas atracciones del destino, a través de internet. La confianza en el proceso de compra aumenta a la par que aumenta la misma en los procesos de pago. Y es algo imparable.
Y, además, este nuevo usuario no sólo toma información de sus iguales, sino que retroalimenta toda esa información con la propia opinión que cuelga después del viaje, con lo que la información disponible por el grupo se va enriqueciendo y adaptando a la realidad de los gustos de ese grupo (“inteligencia colectiva”).
El viajero de mañana (pero de mañana mismo, no de dentro de un lustro) será este mismo nuevo viajero, con la salvedad de que ya convivirá con el de ayer, que tiende a desaparecer. El nuevo, asimismo, generará su viaje previamente (ya lo hace ahora, pero entonces se hará de forma masiva) con tecnología de geolocalización, con lo cual ya tendrá todo perfectamente planificado (o por lo menos la tecnología se lo permitirá) y se moverá por el destino como pez en el agua. Ayudado por la realidad aumentada, una vez en el destino, disminuirán sus necesidades de información fuera de lo que sean las aplicaciones de realidad aumentada de su dispositivo móvil. Será un usuario 100% digital, con lo cual el destino tendrá que estar preparado para ello (wifi’s, rutas gps de destino, etc.).
Y toda empresa/destino que pretenda acceder a ese viajero, deberá estar presente donde el cliente lo está: en la Red. De una forma activa, a través de las redes sociales a las que su potencial cliente pertenece.
Y todo destino tendrá su oferta dirigida a lo que este cliente potencial puede buscar en el mismo por sus gustos y aficiones, accesible a través de la Red, de forma que, además, pueda llegar a transmitirle todas las características experienciales del destino y sus productos.